Hope
La constancia era una de sus mayores carencias. No podía parar quieta. Estaba decidida a comerse el mundo allá donde fuera. Estaba claro que no lo conseguía, que la mayoría de las veces era el mundo quien se la comía a ella, pero siempre resurgía de sus cenizas. Era como si todas las ostias que se hubiera llevado hubieran ido creando una a una un escudo frente al miedo.
Se trataba de una lunática más, como yo y como tú, pero que sabía llegarte ahí adentro, al alma, si es que realmente existe y está dentro de nosotros.
Había algo en sus ojos que la hacía única. La inspiración que recibía de ellos era máxima en el momento en que nos drogabamos, en los que la barrera yo/tu entre nosotros se hacía transparente, invisible, como cuando en una ventana no hay cristal aunque parezca haberlo.
Actuar era uno de sus mayores pasiones y a mí me convencía para ponernos en medio de la calle más transitada de la ciudad que tocara para hacer autenticos dramones, tan reales que la gente no se percataba de que era un "espectáculo" y no era raro que se escandalizara, o que incluso saliera corriendo, o peor, que llamara a la policía. Allí es cuando entraba ella en acción, con su labia y morro característicos, que milagrosamente siempre hacía que salieramos impunes del lío que hubieramos montado.
Soñaba con un mundo mejor, pero sabía que ella sola no podría cambiarlo, que como individua que era no tenía tal capacidad. Sin embargo, siempre que podía obraba según lo hubiera hecho en su mundo ideal. Por eso quizá fuera única. Su nombre supongo que lo habreís adivinado: se llamaba Esperanza.
Se trataba de una lunática más, como yo y como tú, pero que sabía llegarte ahí adentro, al alma, si es que realmente existe y está dentro de nosotros.
Había algo en sus ojos que la hacía única. La inspiración que recibía de ellos era máxima en el momento en que nos drogabamos, en los que la barrera yo/tu entre nosotros se hacía transparente, invisible, como cuando en una ventana no hay cristal aunque parezca haberlo.
Actuar era uno de sus mayores pasiones y a mí me convencía para ponernos en medio de la calle más transitada de la ciudad que tocara para hacer autenticos dramones, tan reales que la gente no se percataba de que era un "espectáculo" y no era raro que se escandalizara, o que incluso saliera corriendo, o peor, que llamara a la policía. Allí es cuando entraba ella en acción, con su labia y morro característicos, que milagrosamente siempre hacía que salieramos impunes del lío que hubieramos montado.
Soñaba con un mundo mejor, pero sabía que ella sola no podría cambiarlo, que como individua que era no tenía tal capacidad. Sin embargo, siempre que podía obraba según lo hubiera hecho en su mundo ideal. Por eso quizá fuera única. Su nombre supongo que lo habreís adivinado: se llamaba Esperanza.
